martes, 11 de agosto de 2015

Memorias para toda la vida.

Cada día es más complicado mantener una vida más o menos parecida a la anterior, cada día que crece Nico necesita más cosas, más atención, más ayuda para descubrir el mundo y aprender cada día más; realmente es increíble como de un día para el otro ameneció jugueteando y con ganas de estar acompañado por lo que lloraba si nos dormíamos en el intento, días después comenzó a sonreír como respuesta a nuestras palabras, lo que hizo que comenzaramos a hacer caras, hablar y cantar canciones para tratar de verle su sonrisita, después una noche logró permanecer toda la noche dormido en su cuna, y no es como que hubieramos pasado tratando de enseñárselo por meses, fue iniciativa propia de su parte 😄.

Pero de lo aprendido me sigue sorprendiendo el vínculo que como padres e hijos se forma y sentimos sólo por amor, y que lo veo reflejado en él, la primera vez me robó el corazón y estará guardado en él para siempre; su hora de comer es a las 5 de la mañana luego siempre duerme un poco más, una de esas mañanas yo encendí la televisión y me quedé a su lado, en un momento se despertó sobresaltado, con sus ojitos de asustado buscó a los lados, me miró y entonces su carita cambió, sonrió, me agarró con sus manitas uno de mis dedos y volvió a cerrar los ojos, el sentir que yo era quien le había producido esa seguridad simplemente me llenó el corazón.

Muchas otras veces mientras me encuentro amamantándolo, sus ojos se centran en mis ojos y puedo llegar a sentir qué trata de adivinar qué es lo que siento o como me encuentro, cosa que yo solía hacer con mi propia madre, me le quedaba viendo para saber estaba enojada conmigo y estaba yo a punto de ser castigada o si estaba triste y no me quería decir; Nico se me queda viendo y si estoy seria por algo que he leído o porque estoy distraída sólo me mira sin inmutarse, pero si lo veo y le hablo o sólo le sonrío, él inmediatamente sonríe también y sus ojitos le brillan de felicidad y me derrite el corazón.

Al final los recuerdos de nuestros primeros años no permanecen mucho tiempo con nosotros, pero para mí esos durarán para siempre, creo que empiezo a entender por qué dicen que los hijos siempre son los pequeñines de los papás y aunque pase el tiempo te siguen viendo como unos bebés y es que esa etapa pasa tan rápido, es tan hermosa y te llena tanto como padre, que es como tu mente guarda todo esos detalles y a pesar del tiempo siempre ves a tus bebés como eso aunque distemos años de serlo.

Mientras pase el tiempo, no me importa pasar sumergida en juegos matutinos, cambiar el tiempo de maquillarme y arreglarme por arreglar ropita y pañales, oler a perfume y no a leche cortada, oír y bailar mi música por bailar y cantar los Muppets, cambiar mi dieta por una más acorde a su estomaguito, y lo más importante: cambiar mi sonrisa por lograr esa sonrisa que me llena el alma y perdurará toda la vida.